jueves, 31 de octubre de 2013

¿Quién fue Miguelito Pepe?



Miguelito Pepe fue, es, uno de los trescientos niños, niñas y adolescentes que marcharon junto a sus familias por las calles del sur de la ciudad de Buenos Aires, barriendo con sus escobas a los propietarios de los inquilinatos usureros y desalojadores y a las miserias del capitalismo, en el marco de un hito en la lucha por la vivienda popular y el derecho a vivir en la ciudad, “la Huelga de las y los Inquilinos”, en 1907.

La huelga general

Ayer como hoy, el derecho a la vivienda propia era una utopía para las familias trabajadoras, cuyos escasos salarios se iban en gran parte en los elevados alquileres de las precarias piezas de los hacinados conventillos y casas de inquilinato. En 1906, la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), una de las primeras centrales de trabajadores que lideró el movimiento obrero bajo las banderas anarquistas, lanzó una campaña por la rebaja de los alquileres y se conformó la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos. Tiempo después y agravando la situación de las familias inquilinas, en agosto de 1907, el gobierno municipal decretó un aumento impositivo que los propietarios de los inquilinatos y conventillos trasladaron al precio de las habitaciones. Como un reguero de pólvora, la bronca y la rebeldía se extendieron desde el conventillo Los Cuatro Diques por todos los de los barrios del sur y las principales ciudades del país como La Plata, Rosario, Mar del Plata, Bahía Blanca, Córdoba y Mendoza.
Y es así que al grito de ¡¡¡NO AL PAGO DE ALQUILERES!!!,
el 13 de septiembre de 1907, el comité central de la Liga de
conformado por delegados/as de los conventillos declaró
la HUELGA GENERAL, cuyas principales reivindicaciones fueron:
  • Rebaja de un 30 0/0 en los precios de los alquileres;
  • Mejoras sustanciales de las condiciones habitacionales;
  • Freno de los desalojos y flexibilidad de los vencimientos
  • de los pagos.

Una huelga algo peculiar… en lugar de brazos caídos,
los bolsillos están vacíos…

Este hecho es considerado como el primer hecho significativo
registrado de la lucha por el derecho a vivir en la ciudad y a la
vivienda digna en Buenos Aires y en el país. Fue un episodio
significativo en la historia popular ya que nuestros antepasados y
antepasadas inquilinas tomaron la herramienta de lucha de la
huelga utilizada por el movimiento obrero para el logro de sus
reivindicaciones laborales y en lugar de no trabajar, lo que
suspendieron fue el pago de los injustos alquileres aumentados.
¿Cómo no recurrir a la huelga si las y los participantes eran
trabajadores y trabajadoras organizados sindicalmente y que se
manifestaban a través de la huelga, la protesta y movilización para
defender sus derechos?. Lo inédito no fu sólo el método de lucha
empleado, sino también que se hizo visible por primera vez una demanda popular que no tenía que ver directamente que ver con el salario o las condiciones laborales, sino con una necesidad vinculada a las condiciones de vida de las
familias trabajadoras. En este sentido, este episodio de lucha y organización también fue significativo por sus protagonistas centrales: las mujeres y los niños y niñas habitantes de los conventillos e inquilinatos. Fueron ellas junto a las y los más pequeños quienes empuñaron sus escobas en la marcha organizada contra la suba de los alquileres y los desalojos violentos. Esas fueron las mismas escobas con las que barrían la vereda por las mañanas, o espantaban a los niños traviesos o directamente amedrentaban los caseros abusivos y a los desalojadores.
El 80 0/0 de las casas de la ciudad se plegaron a la huelga, llegando a sumar 2000 conventillos y más de 100.000 los y
las inquilinas organizadas. Este episodio duró tres mes aproximadamente y, como dice Juana Rouco Vuela, feminista y anarquista rioplatense protagonista de la huelga, “estos hechos (fueron) históricos, hubo de todo: prisiones, desalojos,
Deportaciones, pero se llegó al triunfo…”. Cabe aclarar, más allá de la evaluación positiva de Juana, en tanto rescata la capacidad de resistencia y organización que demostraron durante meses las familias inquilinas, este movimiento terminó diluido, obteniéndose logros parciales, debilitándose los lazos entre los conventillos e imponiéndose en el mejor de los casos negociaciones por conventillo. Tal como afirman versiones policiales, la acción del mismísimo Jefe de la Policía de la Capital, el Comisario Ramón Falcón fue un “nexo” en la negociación entre cada conventillo y sus propietarios, logrando cerrar acuerdos más o menos favorables para las y los inquilinos, mientras que en otros casos (en el caso de lso conventillos más rebeldes), no dudó en aplicar la represión policial durante los operativos de desalojos, de los cuales resultaron heridos y un muerto.

Miguelito Pepe, presente

En marzo del 2008, a casi 101 años de la huelga de los inquilinos, en el edificio de la Casona, ubicado en el predio de la Coop. El Molino, inauguramos a través de una asamblea abierta, el primer bachillerato popular de la organización y aquella jornada encontró su nombre. Entre todos y todas las participantes debatimos un buen rato las variadas propuestas hasta que al fin consensuamos. Si bien Miguelito Pepe resulta un nombre quizás un poco gracioso o infantil, nuestra escuela no podía llamarse de otra manera. Miguelito, joven obrero baulero (camionero), anarquista, agitando a sus vecinos para declararse en huelga contra la suba de alquileres y tomando como símbolo de la lucha las mismas escobas con las que las mujeres corrían a los desalojadores policías, bomberos, abogados, caseros… Era él un antepasado digno de evocar porque su sola mención provocaba la pregunta ¿quién fue? e inmediatamente ¿qué historia tendrá para contar?
A Miguelito lo mataron el 22 de octubre de 1907, “en las calles Perú y San Juan, durante un combate parcial entre un grupo de agentes y uno de obreros” de acuerdo al diario La Prensa, en el contexto del desalojo del inquilinato de San Juan 377, Las Catorce Provincias. A pesar del dolor y la bronca, el pueblo sabe homenajear a sus hijos. Ocho mujeres cargaron su féretro desde Plaza Once a Chacarita, acompañadas por otras 700 mujeres protagonistas indiscutidas de la huelga, en una procesión popular que reunió a unas 15.000 personas y que también fue duramente reprimida.
Pero esa es sólo una parte de la historia que tiene para contar. Miguelito fue un joven más que participó haciendo las guardias en la madrugadas para frenar los desalojos, llamando a la huelga, organizando marchas, echando a los desalojadores a escobazos… Un joven más que aportó a la organización de las familias trabajadoras resistiendo y luchando por vivir en la ciudad.

Daniela Rodríguez





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